Soy un soñador de catástrofes y un optimista al mismo tiempo. Me gusta adentrarme en lo más ignoto del desastre. Luego me levanto, me quito la caspa y me incorporo al día a día con un manual de psicología positiva bajo el brazo.
Como quería tener una infancia exótica y aventurera, crecí en el centro de Madrid y mi familia se mudó al extrarradio cuando yo tenía 13 años. Después de dar unas cuantas vueltas por el mundo, me di cuenta de que las personas más raras que había visto habían crecido a mi lado. Eso ha hecho de mí una persona altiva y con tendencia a la sobreactuación. Odio los refranes y el sentido común, sea lo que sea.
Todo lo que todavía no soy y lo que aún no he hecho, lo que me interesa y lo que sueño, me lo debo únicamente a mí.
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