Cogí el cuero, girándolo despacio, buscando la marca del otro día. Ya no está suave como antaño, como cuando vine con ella de la tienda. Raspa, está sucia y huye de cualquier excelencia esférica. Presenta unas bonitas imperfecciones que la vuelven más atractiva.
Llego a la marca sólo con el tacto, rozando apenas mis dedos con su piel (unos segundos, no más). La ocultaré con rotulador. Un Eding de los gordos bastará. Escribiré la palabra PUTA, bien grande, con una perfecta caligrafía, delimitando exactamente el borde de las cuatro letras.
La beso, cerrando los ojos, acariciándola con mi frente. Me escucha y yo le hablo. Le cuento que ahora estamos juntos. Ella, yo y otros muchos como yo. Jugaremos; rápido y despacio, suave y con fuerza, lanzándola lejos, con rabia, borrachos de energía, impactando en la cara de la gente. Romperemos ventanas, puertas y escrotos, dejando una marca bien clara en la piel ajena.
Las costuras son fuertes, pronunciadas, asidas con palabras certeras; el diapasón perfecto para encontrar el tono adecuado. Sin discurso, sin objetivo, sin mirar lejos, sin promesas. Ríete hermano, que esto es un chiste para romperte los huevos.
Somos un equipo de timadores ingenuos, incautos, tímidos a veces, pero bastante dañinos. Somos profetas de pacotilla, usando nuestros teclados de plastilina como altares.
Agudiza los sentidos y abraza a tus seres queridos, que ya están aquí los pelotaris.
© F. Caspio