El tercer regalo de Spanish Matchbox para el corresponsal de oídas, consistía en la imagen que viene a continuación. Crónica y contra-crónica justo debajo.
- Ey tío, ¿por qué has elegido este sitio para sentarnos?
- Siempre quedamos aquí, joder.
- Ya, pero ahora está el cartel. Cada vez que lo veo me acuerdo de Ake. Él fue quien hizo el dibujo original. Fue lo último que pintó. Si pienso en él, me lo sigo imaginando en su mesa de dibujo, entre láminas de acuarela, con un millón de botes de pintura medio abiertos o medio vacíos, desprendiendo ese olor a éter tan fuerte. Pobre Ake, joder, no se merecía morir así. Su madre no pudo ni enterrarlo.
- Estuve con él dos días antes de que desapareciera. Me contó la historia del dibujo. No lo del atropello del crío, sino la historia de por qué los chavales del pueblo pasan por aquí como locos con sus hjul sleder. . (…) Todo viene de hace casi 200 años, cuando pescadores de toda Europa acudían a nuestra costa a los caladeros de bacalao, entre ellos los portugueses, que adoran el skrei para cocinarlo de mil maneras diferentes. Algunos procedían de Madeira, una isla llena de cuestas, donde llevan jugando con los trineos de ruedas desde hace tres siglos. Fueron ellos, los que decidieron quedarse por aquí, los que nos regalaron la costumbre de tirarnos a tumba abierta colina abajo, sólo con la fuerza de la gravedad. (…) ¿No te has fijado que en el pueblo hay un par de tías con nombres raros?
- Y, ¿por qué Ake sabía toda esta historia? ¿Te lo dijo?
- Sí, tío. Ake estaba coladísimo por una de esas tías con nombres raros. Vivía obsesionado por y para ella, y estuvo investigando todo lo que rodeaba su vida, su familia, su nombre, sus apellidos: María Do Melo. La pobre nunca sabrá lo enamorado que estaba Ake de ella.
- Vale, pero sigo sin entender muy bien por qué hemos quedado aquí.
La señal dice literalmente: “Ve despacio, niños jugando”. Parece que los niños por aquí acostumbran a quitarle el caparazón a los caracoles para incluirlos en sus juegos macabros o vaya usted a saber.