No me toquéis las pelotas porque por ahí no paso: la comida afrodisíaca no existe, y os lo demuestro en un segundo. Lo malo es que tengo que enrollarme, porque los mandamases de La Pelota Que Se Va me exigen escribir no menos de 150 palabras (aunque no tengan sentido) para poder publicar, lo que me obliga a dar un rodeo: algo que agradezco porque me encanta enrollarme. Pero al final os demostraré que la comida afrodisíaca no existe: Sólo existe La Comida. A secas.
Para empezar, cacho perros, cuando hablamos de comida hay que distinguir entre “afrodisíaca” y “erótica”. Afrodisíaca es que te pone cachondo, y erótico es coger un muslo de pollo y darle forma de pene o clítoris, echarle una salsa con aspecto y olor a flujo vaginal y que te lo sirva alguien raro, para que al final te cobren el triple de lo que vale. Mejor te vas directamente de putas, o como dice un amigo asturiano “a putas”, que resulta mucho más gracioso. “A putas”, viva Don Rodrigo, Santiago y cierra España.
Me encanta comer, y cocinar. Parte de mi vida profesional y mi formación académica la he dedicado a los fogones, pero jamás se me ha ocurrido relacionar el acto de comer con el de joder (a menos que me coma un coño). Son dos actos que nunca he hecho a la vez porque no tiene sentido: yo veo en la tele el anuncio Durex vendiendo condones sabor a fresa y pienso ¿para qué? ¿estáis tontos? Si a mí lo que me gusta es el sabor a chocho! Y a mi novia el de polla! Y en caso contrario siempre nos queda la mermelada! Es ver un anuncio de condones de sabores y empezar a partirme la polla, como si fuera un anuncio de Axe o de la Lotería Nacional, el impuesto de los tontos.
Tengo tan separado el sexo de la gastronomía que hasta prohíbo desayunar en la cama: en la cama se duerme, y si acaso se folla, pero nunca se desayuna porque lo acabas poniendo todo perdido de migas o de leche. Y la única leche que puede manchar mis sábanas blancas es, evidentemente, ya me conocéis: la mía.
La demostración de que no te puedes meter en la boca cualquier tipo de animal, vegetal o mineral en la boca esperando que se te ponga dura de repente es muy simple, y es que ese bocado te resultaría carísimo, ya que la demanda sería desmesurada Y lo más caro que conozco es el caviar, la carne de kobe, el foie, la trufa y alguna cosita más que no tiene nada que ver con el sexo. Comida afrodisíaca… vamos no jodas. Me pone más cachondo compartir un cocido con Scarlett Johansson que una docena de ostras con Paz Padilla. Ante esta evidencia, no tengo más que decir. Mentira: tengo una cosa más que decir.
Hala, a mamarla.
© Doctor Amor