Hace 100 años nació en Lisboa la revista Orpheu. Sólo duró dos números: los de marzo y junio de 1915. Pero transformó radicalmente la vida cultural de Portugal. Y esto era, al fin y al cabo, lo que se buscaba. En el primer número, su director Luis de Montalvôr dice que la revista espera ser un “exilio de temperamentos de arte”. En el editorial nos habla de un sentido aristocrático de la belleza y de un destino órfico (el poema).
Igual que para Orfeo en el mito griego, para los fundadores de Orpheu mirar hacia adelante era lo principal. Sentían que la vida cultural portuguesa estaba estancada respecto a las modernas corrientes europeas. El vanguardismo, el orfismo de Apollinaire con su afán purista, el futurismo de Marinetti con su gusto por el performance y el cubismo de Picasso con la fragmentación influirán notablemente en la audacia pluridisciplinar de Orpheu.
Las vanguardias consistían en la búsqueda de lo nuevo, lo libre y lo marginal, por oposición a lo viejo, lo oficial y lo burgués. Había que agitar, escandalizar o, en palabras de Maiakovsky, “dar una bofetada en el gusto del público”. Sin embargo, con el inicio de la primera guerra mundial en 1914, muchos artistas europeos deben regresar a sus países de origen y la vida artística en el continente se ralentiza. La misma palabra ‘vanguardia’ señala el carácter belicoso y arriesgado de aquellos tiempos. Desde 1910 Portugal era una república inestable, dominada por el caciquismo y las insurrecciones. Y en 1915 la situación empeorará con la participación en la primera guerra mundial. En medio de este panorama nace, y vive durante unos meses, Orpheu con la intención decidida de echar más leña al fuego.
Los ‘orpheistas’
La idea de una revista modernista se puede leer en la correspondencia previa entre Pessoa y Sá-Carneiro; también quienes van a ser los colaboradores de Orpheu. “Son los nombres esperados: Almada-Negreiros, António Ferro, Côrtes-Rodrigues; es una generación de amigos, casi todos con 19, 20, 21 años. Son las personas que están con Pessoa en las tertulias de los cafés de Lisboa, en Martinho da Ancada y dos o tres cafés más de la Baixa”, afirma en Sensacionismos e Outros Ismos (2009) Jerónimo Pizarro, uno de los principales investigadores pessoanos actuales y profesor de la Universidad de los Andes en Colombia.
Amigos en Martinho da Ancada
Tras unas primeras reuniones en el café Montanha a principios de 1915 entre Luis de Montalvôr -recién llegado de Brasil-, Mario de Sá-Carneiro y Fernando Pessoa, se incorporan Alfredo Pérez Guisado, Côrtes-Rodrigues, Ronald de Carvalho, José de Almada-Negreiros y José Pacheco, que se encargará de las tareas de diseño. António Ferro figurará como editor a pesar de ser menor de edad (y por tanto no responsable ante la ley), lo que permitirá al grupo eludir la acción de la justicia cuando la cosa se salga de madre. En Sensacionismos e Outros Ismos (2009), de Jerónimo Pizarro, se incluye un texto de Pessoa donde el poeta cuenta que la idea de registrar a António Ferro como editor, siendo menor de edad, fue una ilegalidad y una broma de Sá-Carneiro de la que no estaba enterado ni el propio António Ferro. En el mismo texto, Pessoa explica que fue Luis de Montalvôr quien sugirió el nombre de Orpheu. Otros nombres que se barajaron fueron Contemporânea, Europa y Lusitânia. Luis de Montalvôr también lanzó la revista Centauro y la editorial Ática, que sirvieron para la publicación sistemática de las obras de Pessoa y Sá-Carneiro.
“El cuartel general de los orpheistas, como ellos mismos se llamaban, era el restaurante Irmãos Unidos, que estaba dirigido por un gallego, padre de Alfredo Pedro Guisado, uno de los miembros del grupo, que solía invitarlos a comer”, cuenta Orlando Raimundo en António Ferro, el inventor del salazarismo (2015).
‘Poetas de manicomio’
El primer número de Orpheu fue recibido con duras críticas por parte de algunos periódicos que calificaban al grupo de “poetas de manicomio”. En carta del 4 de Abril, Pessoa explica a Côrtes-Rodrigues que los causantes de esas críticas fueron probablemente el poema 16 de Sá-Carneiro y la Oda Triunfal de Álvaro de Campos. En esas obras ambos autores exploran el decadentismo, el sensacionismo y el futurismo con imágenes y sinestesias perturbadoras, morbidez superlativa, onomatopeyas y ritmos frenéticos. En la carta, Pessoa también le cuenta a Côrtes-Rodrigues cómo el escándalo provocado por la revista hace que la gente “les señale por la calle”. Algunos periódicos llegaron a sustituir la crítica literaria por una crítica psiquiátrica que definía a los orpheistas como “poetas-paranoicos”.
Oda Triunfal (fragmento)
(¡Ah, cómo desearía ser el souteneur de todo esto!)
¡La maravillosa belleza de las corrupciones políticas,
deliciosos escándalos financieros y diplomáticos,
agresiones políticas en las calles,
y de vez en cuando el cometa de algún regicidio
que ilumina de Prodigio y Fanfarria los cielos
usuales y lúcidos de la Civilización cotidiana!
¡Noticias desmentidas de los periódicos,
artículos políticos insinceramente sinceros,
noticias passez à-la-caisse, grandes crímenes-
de los que dos columnas pasan a la segunda página!
¡El olor fresco a tinta tipográfica!
¡Los carteles pegados hace poco, mojados!
¡Vients-de-paraître amarillos con una cinta blanca!
¡Cuánto os amo a todos, a todos, a todos,
cuánto os amo de todas las maneras,
con los ojos y con el oído y con el olfato
y con el tacto (¡lo que representaría para mí tocaros!)
y con la inteligencia como una antena a la que hacéis vibrar!
¡Ah, de qué manera todos mis sentidos se encelan por vosotros!
Para el siguiente número de Orpheu fue reclutado Ângelo de Lima, un conocido artista y poeta que llevaba 15 años internado en un hospital psiquiátrico. También en este segundo número participó con ilustraciones el legendario Santa-Rita Pintor, pintor futurista que unos pocos meses después, antes de morir, mandó quemar toda su obra, de la que sólo se salvaron algunas obras en manos de coleccionistas y reproducciones de Orpheu y Portugal futurista. Al proyecto del segundo número se sumaron Raul Leal y Eduardo Guimarães. Serán bajas Alfredo Pedro Guisado, Ronald de Carvalho y Almada-Negreiros. Sá-Carneiro y Pessoa figurarán como co-directores en sustitución de Luis de Montalvôr y Ronald de Carvalho, lo que atenuará el simbolismo y acentuará el vanguardismo de Orpheu. En el comprometido puesto de editor se mantiene António Ferro.
Ilustración de Santa Rita Pintor en el nº2 de Orpheu
‘Orpheu acabou. Orpheu continua’
El 14 de mayo, una revolución sangrienta, consecuencia de las luchas entre republicanos, sacudirá Portugal dejando un centenar de muertos y derribando el gobierno militar de Pimenta de Castro. En este contexto de agitación política tuvo lugar la aparición del segundo número de la revista, que no sobreviviría a la tensión del momento.
Todo comenzó por un artículo del diario A Capital a propósito de un rumor sobre un nuevo espectáculo futurista organizado por Orpheu. El espectáculo experimental iba a llamarse A Bebedeira, un drama dinámico en el que sólo iban a verse sillas y piernas, ya que el telón sólo se subiría hasta la altura de las rodillas de los actores. El artículo de A Capital, titulado Gente para tudo, llamaba ‘bufones de la corte’ a los de Orpheu y los acusaba de tener como principales objetivos ‘irritar al burguesismo artístico’ y que ‘se hablara de ellos’. Esta crítica provocó una respuesta sarcástica de Álvaro de Campos-Fernando Pessoa con una carta al periódico en la que bromeaba respecto a un reciente accidente grave de un líder republicano, que había saltado de un tranvía en marcha creyendo que sufría un atentado. La polémica generada por la carta provocó que varios de los integrantes de Orpheu negaran cualquier participación en su redacción. Fernando Pessoa fue agredido por elementos de Formiga Branca, un grupo semi-clandestino dependiente del partido del líder accidentado. António Ferro y Alfredo Pedro Guisado se desvincularon completamente de Orpheu. Tres años después, en 1918, António Ferro atacará duramente a sus antiguos camaradas de Orpheu (especialmente a Álvaro de Campos) desde su columna en el diario O Século. Con el tiempo, Ferro llegará a ser el jefe del aparato propagandístico del régimen de António de Oliveira Salazar.
Paralelamente al incidente de la carta, el padre de Sá-Carneiro, que había venido financiando la revista en sus dos primeros números, dejó de aportar su dinero. En carta fechada el 13 de Septiembre, Mario de Sá-Carneiro asegura a Pessoa que su padre deja de financiarles únicamente por razones económicas. Sin embargo, el investigador pessoano Jerónimo Pizarro opina que el padre no pasaba dificultades económicas y que la verdadera razón era que no quería ver a su hijo mezclado con los escándalos de Orpheu. El 31 de Marzo de 1916 Sá-Carneiro escribe a Pessoa desde París: “A no ser que ocurra un milagro, el próximo Lunes, 3 (o incluso un día antes), tu amigo Mário de Sá-Carneiro tomará una fuerte dosis de estricnina y desaparecerá de este mundo”. Las dificultades familiares, el final de Orpheu y una relación tormentosa con una prostituta le habían llevado a una depresión. Y el 16 de Abril Sá-Carneiro se suicidó.
Por la correspondencia de Pessoa con Côrtes-Rodrigues fechada durante ese año de 1916 sabemos que la intención de los que quedaban en el grupo era sacar el tercer número, del que llegaron a hacerse pruebas de imprenta. Iba a contar con la colaboración estelar de Souza-Cardoso, pintor vanguardista que gozaba de un gran prestigio. En la revista Portugal futurista, ya en 1917, se anuncia la publicación del próximo número 3 de Orpheu y la inclusión en sus páginas de la Oda a Walt Whitman de Álvaro de Campos. Sin embargo, el ansiado número 3 no llega y en 1918 mueren Santa-Rita Pintor y Souza-Cardoso.
En 1922 José Pacheco intenta reconstruir el grupo con el lanzamiento de Contemporânea, una revista que edita varios números con colaboraciones de Pessoa, António Ferro, Sá-Carneiro y Souza-Cardoso (los dos últimos póstumamente). Pero todo queda en tentativa debido a la ausencia de la mayoría de los integrantes del grupo original. En adelante, algunos seguirán publicando en A Águia, Presença y Sudoeste.
Luis de Montalvôr y Fernando Pessoa
En noviembre de 1935 una de estas revistas, Sudoeste, dirigida por Almada-Negreiros, conmemoró el vigésimo aniversario de la revista trimestral de literatura. Esta edición conmemorativa comienza con un texto breve de Pessoa titulado Nós os de ‘Orpheu’ , en el que el poeta presenta nuevamente a los antiguos colaboradores. Dicho texto termina con un significativo “Orpheu acabou. Orpheu continua”. En esta edición de Sudoeste se anuncia la aparición del esperado número 3. Pero antes de que termine el mes fallece por problemas hepáticos Fernando Pessoa, el gran impulsor de Orpheu.
Lusiada
Para acabar, es interesante que observemos el carácter lusiada del grupo, dado por la diversidad de los orígenes -en el ámbito lusófono- de los colaboradores: Ronald de Carvalho y Eduardo Guimarães eran brasileños, Luis de Montalvôr caboverdiano, Almada santotomense, Côrtes-Rodrigues azoriano, Pessoa nació en Lisboa aunque pasó casi toda su infancia y adolescencia en Durban (Sudáfrica), Alfredo Pedro Guisado era de ascendencia gallega, Ângelo Lima era de Oporto y todos los demás eran de la zona de Lisboa. La formación inglesa de Pessoa (en Durban, que no era una ciudad lusófona sino anglófona) se considera importante para el grupo de lusiadas por la continuidad de la alianza anglo-portuguesa desde el año 1373, que establece unos lazos extraordinarios entre los dos países y las dos culturas.
El idioma tiene para los portugueses unos atributos unitarios y supra-nacionales que bordean la religiosidad y que conviene tener en cuenta al observar las actitudes de muchos escritores en esta lengua, que usan temas nacionales y nacionalistas de manera recurrente. Además, el contexto de la creación literaria portuguesa en ese momento estaba marcado por el saudosismo, una forma de nacionalismo literario. Este movimiento se refleja con paroxismo en la obra O Marinheiro (drama estático) de Fernando Pessoa, incluida en el primer número de Orpheu. En O Marinheiro, Pessoa da otra vuelta de tuerca al saudosismo al enlazar con el mesianismo de Bandarra y el sebastianismo de António Vieira: El marinero en la obra de Pessoa parece que tiene rasgos autobiográficos (por el viaje a África) y al mismo tiempo parece que encarna al misterioso rey Sebastián, muerto en la batalla de Alcazarquivir (Tánger, 1578), cuya reencarnación es el objeto de las profecías sebastianistas. Ya en sus primeros artículos de 1912 en la revista A Águia, Pessoa había anunciado la llegada del “poeta supremo de la Europa de todos los tiempos”, un poeta portugués: “el Supra-Camões” (Superior a Luis de Camões).
Referencias:
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Recomendable novela del escritor, Albert Sánchez Piñol La piel fría cuenta como un antiguo guerrillero irlandés acaba aceptando una oferta de trabajo de oficial atmosférico, durante un año en una isla perdida.
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