29 de abril de 1945, al anochecer.
Adolf y Eva bailaban.
Ella apoyaba la cabeza en el pecho de su amado, y este le susurraba delicadezas al oído. En el gramófono, el disco Moonlight Serenade de Glenn Miller giraba perezosamente, casi con despreocupada complacencia. Parecía que podría dar vueltas sin fin, haciendo eterno aquel momento.
Los molestos bulbos de incandescencia habían sido apagados. La sala estaba agradablemente iluminada por el trémulo destello de las velas. Sobre una austera mesa baja reposaban dos copas de vino. Aquella noche especial, el Führer concedió una excepción, aunque apenas hizo un mohín con los labios para mojárselos. Una gota quedó adherida a su bigote, y Eva se apresuró a tenderle una servilleta; ambos reían como colegiales.
Poco después de la medianoche, la amartelada pareja se casó mediante una sencilla ceremonia en la sala de mapas del búnker. Joseph y Magda Goebbels ejercieron de testigos; sus dos hijas mayores, Helga y Hildegard, portaron las arras.
Eva Braun era la viva imagen de la dicha, a pesar de los ominosos acontecimientos que se cernían sobre todos ellos. El Führer, más circunspecto, recibía las felicitaciones de su ministro Goebbels, que apenas podía disimular su abatimiento; estaba más enjuto que nunca. Su esposa Magda procuraba mantener el ambiente alegre, pero el rictus de su boca delataba que algo no iba bien. Ella y Adolf evitaban mirarse a los ojos.
Al día siguiente, tras el almuerzo, los recién casados se retiraron a descansar. Media hora más tarde, Magda Goebbels salió sigilosamente de su dormitorio y fue al despacho de su marido. En un cajón buscó, y encontró, un objeto negro envuelto en un paño grasiento. Después, atravesó la sala de conferencias y llamó a la puerta de la estancia personal del Führer. Una voz femenina le indicó que podía entrar.
Instantes más tarde pudieron oírse dos detonaciones. Las gruesas paredes amortiguaron el ruido. Los disparos sonaron secos y rápidos. La mujer despechada regresó a su dormitorio con gesto altivo y una Walther PPK en la mano. El cañón humeaba todavía. Mientras tanto, Joseph Goebbels, humillado y aturdido, sollozaba en su cama como un niño.
El 1 de mayo de 1945, a los seis hijos del matrimonio Goebbels les fue administrada una dosis letal de cianuro. A continuación, Joseph y Magda se suicidaron. Sus cadáveres fueron incinerados.
Alemania se rindió un día más tarde.
Sausalito Kid ©
11 años ago ·
bonito detalle eso de la sala de mapas, buena ejecución en los dos sentidos.