- F. CASPIO: Don Ramón…buenas tardes. Costaba imaginar que usted volvería. ¿Lo hace para presentarse a las elecciones del club?
- RAMÓN MENDOZA: Buenas tardes. No, qué va. Mi vuelta no tiene nada que ver con las elecciones. Mi presencia aquí, en esta entrevista, se debe a que el imaginario colectivo así lo ha reclamado. No he sido yo, sino todos ustedes.
- F. C.: ¿Son los seguidores del Real Madrid los que le han reclamado que vuelva? ¿Tan mal está la cosa?
- R. M. : Bueno, la cosa está como siempre, en un estado de insatisfacción permanente. Pero no, no se trata de un tema propio del madridismo. Ha sido más bien un tema social, humano, no sé cómo se lo puedo explicar. Recibí la llamada y aquí estoy.
- F. C. : ¿De quién recibió la llamada?
- R. M. : Lo importante no es de quién recibí la llamada, sino el porqué de esa llamada, el para qué estoy aquí.
- F. C. : Cuente, cuente…¿para qué está usted aquí?
- R. M. : Mire, y ahora me va a permitir ser yo el que haga las preguntas. ¿Sabe cuál es el gran problema que tenemos en estos momentos en este país?
- F.C. : Entiendo que se refiere al problema del paro.
- R. M. : Desde luego el paro en un gran problema; pero no, no es eso, hay que ir un poco más allá, profundizar en la esencia del ser humano. Sí, no me mire así. Ya sé que es un poco extraño que alguien como yo, al que le han llamado “el gran hedonista”, hable del espíritu humano. Tal vez por eso, no crea. Mire, el gran problema que nos está ahogando ahora como personas es la falta de ilusión. Ahí es donde tenemos el verdadero problema, lo que nos mata y nos llevará a desaparecer como animales sociales.
- F.C. : Perdone mi incredulidad, pero me cuesta entender que alguien como usted, que vivió de una manera tan particular, hable de ilusión colectiva, problema de dimensión social, etc. No sé, ¿qué piensa hacer al respecto?
- R. M. : Precisamente por eso. Yo, hasta el último momento, aproveché cada aliento, exprimiendo cada segundo como si fuera el último. Mire, desde que tengo uso de razón, desde que era un chaval, todo lo que hice, todo, absolutamente todo, lo hice con ganas; lo hice porque quería hacerlo, porque aquello me llevaba a algún sitio. En los negocios, con las mujeres, cuando navegaba o cuando tomaba Viagra. Jamás me faltó ilusión a la hora de hacer nada. Si le soy sincero, no sé muy bien cómo voy a poder ayudar a la gente. A mí me han llamado y aquí estoy. Desde luego que, desde un punto de vista lógico, no tiene mucho sentido que esté hablando con usted. Pero desde el corazón, desde lo que siento, creo que hay una razón para que estemos hablando y para que pueda cambiar las cosas. Al menos, para que una persona cambie su punto de vista y se tome la vida de otra manera.
- F. C. : Con toda sinceridad, tengo que confesarle que cuando le veía por TV, usted se ganaba toda mi antipatía. Primero, por el club al que representaba, que no es santo de mi devoción, y luego, por esa actitud tan chulesca que irradiaba, sobre todo delante de las cámaras. Sin embargo, un día, en una de sus últimas entrevistas televisadas, usted dijo algo que verdaderamente me impactó y que cambió por completo mi percepción de usted.
- R. M. : ¿Ah, sí…? Cuénteme, por favor.
- F. C. : Bueno, pues quien le estaba haciendo la entrevista, le preguntó en un momento dado, qué es lo que no toleraría en un hijo suyo. Al principio, casi como si tuviera preparada la respuesta, dijo que no soportaría que fuese un vago. Sin embargo, después de una larga bocanada a un pitillo, se corrigió, diciendo que aceptaría que fuese un vago, siempre y cuando tuviese ilusión por serlo. Se lo permitiría siempre y cuando tuviese ilusión por ello. ¿Se acuerda de aquello?
- R. M. : ¿Sabe…? Tenía la extraña sensación de que eso era lo que me había traído hasta aquí.
7 años ago ·
GRAN PERSONAJE RAMÓN MENDOZA