¿Os acordáis de Rosa León? ¿De sus enormes gafas, de su guitarra, de su sonrisa forzada? Salía por la TV, cuando sólo teníamos dos canales, en los momentos más insospechados. Yo llevo años queriendo saber dónde está y qué ha sido de su vida, pero, lo más importante: llevo un montón de tiempo preguntándome quién era realmente.
¿La tía de Paco León…? ¿La madre de Fernando León, el director de cine…? ¡La hermana de Loles León, joder!
No, Rosa León no es ninguna de ellas, porque es todas a la vez.
Pulsa en la imagen para ver el vídeo:
http://www.youtube.com/watch?v=7gUbeoPKanA
Apareció en el imaginario colectivo de nuestra generación como esa profesora “guay” de guardería, esa que nunca envejecía, que mantenía una dicción tan perfecta, tan perfecta, que seguro ocultaba algo turbio en su vida. Nadie sabe cuándo vino, cuándo surgió, cuándo cantó por primera vez delante de una cámara. Nuestros hermanos y primos mayores guardan esa misma sensación: un recuerdo suyo, arraigado en algún punto del hipocampo, rascando las paredes neuronales de vez en cuando, causando una incomodidad convertida en curiosidad no satisfecha.
¿Por qué esculpe una huella tan imborrable en todos nosotros? ¿Por qué somos capaces de cantar, sin pestañear, el acorde del “doctorrrr” y su “cuatrimotorrrrrr”, como si arrrrrastrar la “r” fuese el acto más bello del mundo?
(Tengo que confesar que hoy le puse esta canción a mis hijos y quedaron prendados; estuvieron luego todo el día canturreando e inventando la letra, terminando todas las palabras en “r”.)
Y es que creo que esta mujer es atemporal, que siempre ha estado ahí y que siempre lo estará. La busco en Wikipedia y obtengo datos, un tanto fríos, que no consiguen alejarme de esa especie de musa con gafas, sonrisa fría y algo triste, que conseguía unas canciones tremendamente hipnóticas arrastrando la “r”. Que si amiga de Aute, que si concejal en el Ayuntamiento de Madrid, que si productora de grupos musicales…nada de eso me importa ni lo considero relevante en la construcción de todos mis recuerdos de infancia. Son tan superficiales, que apenas ensucian la idea que tengo de ella.
Y en toda esta cadena de acontecimientos relación causa-efecto que es la vida, me detengo en dos que considero relevantes:
- El primero: encuentro que Muchachada Nui dedica un sketch antológico a Rosa (en realidad le dedica varios…), mezclando su figura con el personaje de “La niñera mágica” y compartiendo escenario con Chimo Bayo. Sí, todo esto se puede juntar, pero sólo si eres Muchachada Nui. Esta idea me lleva a pensar que Joaquín Reyes y sus secuaces viven bajo el mismo influjo en el inconsciente, el mismo que me afecta a mí. No hay otra explicación.
Pulsa en la imagen para ver el vídeo:
https://www.youtube.com/watch?v=moGSqKpbhj8
- El segundo: se trata de un vídeo que aparece en Youtube, en la lista de elementos relacionados, con más de cuatro mil visitas. Es un vídeo casero de unos “colgaos”, aunque aparentemente normales, tomando copas en una casa, gritando al unísono la melodía del cuatrimotor. La segunda vez que lo he visto, los pelos como escarpias al percibir el extraño sentido que todo esto empezaba a cobrar en mi cabeza. Rosa León no es una persona; es una emoción adherida a todo un país, una calcomanía fluorescente que aflora y se deja ver cuando se hurga muy, muy hondo.
Pulsa en la imagen para ver el vídeo:
https://www.youtube.com/watch?v=zyz7D43nAKk
Estoy plasmando todo esto en un vano intento de llegar al fondo de algo (“The truth is out there”), de dar respuesta a esa incómoda sensación de curiosidad que me envuelve cuando pienso en Rosa León, cuando sé que hay más personas como yo, que somos toda una generación los que estamos jodidos con ella.
Comprendo entonces que debe existir una deidad superior, algo que ha colocado a esta mujer en nuestras vidas, con algún objetivo, bueno o malo, azul o amarillo, pero, en definitiva, un fin en el que podamos arrancar una sonrisa a alguien.
© Carlos Ibarreta
11 años ago ·
Y siempre con sus pulgares en los bolsillos!! Justamente,como tú dices, esa excesiva (nuestro primer contacto con el exceso) perfección de una voz que, como una linterna, señalaba los defectos de las nuestras. Para qué, por Diossss, la traes a nuestro presente falsamente adulto